IMÁGENES CON SAL
Los niños
rubios hacían fila con los brazos en
cruz, esperando que la madre los untara con bloqueador solar. Los
nuestros, saltaban como pajaritos por la
playa empedrada de Niza.
El camino
serpenteaba por la isla ventosa en busca del ferry que nos acercaría a Puerto
Montt. El agua helada se escurría por
los pantalones y mojaba el asiento trasero del auto.
La única palmera del cayo cubano nos mezquinaba su sombra. En
torno al tronco, juntábamos coraje para correr por la arena ardiente hasta las
olas diminutas.
Nunca
supimos resistirnos al mar.
¿Y cómo resistirse a eso?
ResponderEliminarSaludos.
Exacto, gracias.
ResponderEliminarQue bueno, parece el relato de postales unidas por el mar.
ResponderEliminarBeso!
Si, esa fue la idea. Gracias.
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