Terremoto en Buenos Aires.
Todos sabemos que la realidad es un
espejo donde nos miramos Es por eso que
cada uno ve aquello que quiere ver. Lo que no está tan claro es que eso que
llamamos realidad no nos involucra solamente a los mortales.
Por supuesto que esta información es reservada. Algunos sucesos son
inexplicables de no mediar la voluntad de entidades sutiles, que pueden
materializarse a su antojo.
Hay circunstancias extraordinarias
en las que intervienen otros seres. Y no son fantasmas; no.
Se trata de deidades que pueden
vivir en diferentes planos y para quienes el tiempo no existe.
Como todo el mundo tiene que revalidar sus títulos de vez en
cuando, aunque más no sea para no perder la confianza en si mismo, es obvio que
los dioses del Olimpo incursionan por estas playas más de lo que estamos capacitados
para comprender.
Por esa circunstancia, si se quiere hasta burocrática, es que
Zeus debió bajar hace unos años terrestres, que son algo así como un parpadeo
cósmico.
Formó una familia. No era una novedad para él ya que lo viene
haciendo desde el principio de los tiempos. Pero lo raro esta vez es que todos
los integrantes-salvo él- eran cien por ciento humanos.
Como no quería parecer un fraude, no utilizó sus súper poderes ya que temió que lo confundieran con
un especialista en efectos especiales,
de esos que abundan últimamente en esta época de videojuegos y películas de
alto presupuesto.
Así que se abstuvo de producir truenos, lanzar rayos y
proferir maldiciones.
Su superioridad se manifestaba en actos más simples, y su
crueldad tenía dimensiones acordes con las personas con quienes convivía.
Romper objetos queridos por sus hijos, ciertas formas de humillación, golpes que no
dejaban marcas, eran acciones cotidianas en las que se ejercitaba sin demasiado
interés, justo es reconocerlo.
Su numerosa prole se multiplicaba y fue la mirada aterrada de
su hijo más pequeño la que lo hartó de la obligación de dominar.
O tal vez fue el remoto recuerdo de su propio miedo.
Decidió tener piedad. También era un atributo de los dioses,
después de todo.
En el preciso instante en que dejó de apalear al niño, en que cedió a la tentación de la misericordia,
Cronos, el padre de Zeus, volvió de su
destierro, y aprovechó ese momento de debilidad para engullirlo.
Cronos devoraba a sus
hijos por un mandato ancestral, para evitar que se cumpliera una oscura
profecía.
Era la hora en que la
mayoría de la gente volvía a su casa después de un día de trabajo.
La Tierra tembló, luego se abrió debajo de los pies de
Zeus quien desapareció de a poco ante la mirada azorada de quienes lo rodeaban.
Medido en términos
terrestres, ocurrió en setiembre de 2015 y “este honrado padre de familia” como
lo presentaron los medios de comunicación, fue la única víctima del terremoto en
Buenos Aires.
👍 me encantó. Felicitaciones
ResponderEliminarBueno, un poco de fantasía no viene mal ¿No? Gracias!
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