lunes, 15 de mayo de 2023

 

                     


Hoy más que nunca compruebo el carácter teatral de lo que llamamos vida. ¿O acaso no estoy asistiendo a una gran puesta en escena? Celebro el hecho de ser una espectadora privilegiada. Y de estar eximida de las emociones y los gestos. ¡Qué alivio! Ya no me pesa el miedo, ni siquiera el miedo al sufrimiento de los seres amados. Ahora sé que todas las religiones y creencias que tanto me han interesado tienen razón; el catolicismo, los pitagóricos, la kabbalah, los toltecas y el chamanismo. Hasta ahora la vienen pegando.

 Sí, ya sé que no cumplí con el juramento que le hice a mi marido cuando tenía diecisiete años. Le había prometido un par de décadas más, pero entonces yo era arrogante. Todos y todas me padecieron, aunque tampoco puedo sentir culpa ─ ¡tan livianita ando! ─, nada me pesa. Es cierto, yo era un poco turra. En mi defensa puedo alegar que la época acompañaba. Me explico: si cuando llegaba a mi trabajo y una experimentada Maestra Normal devenida celadora ─antes se decía celadora─, con voz de mando gritaba “de pie señores” y lo que era peor aún, los “señores” de trece o catorce añitos se paraban como si tuvieran un resorte en el culo, y bueno, yo me la creía y actuaba en consecuencia. Además, la cara seria y el taconeo disimulaban el temblor en mis rodillitas de profesora veinteañera. Hoy han venido varias de mis antiguas víctimas, las reconozco por la cara, porque los apellidos lo he olvidado hace tiempo. También llegaron, tarde por supuesto, algunos de mis últimos alumnos, esos que entraban cuando ya había empezado la clase, con el casco colgando del antebrazo y que, en vez de pedir disculpas, te saludaban con un beso y sacaban el celu lo más campantes. Tal vez quieran comprobar la noticia o disfrutar el momento, vaya a saber. Me consta que hay varios que me recuerdan con cariño.  Lo cierto es que yo me fui a tiempo. De las aulas, digo. Y pasé de la Filosofía a las Letras sin transición. Es mucho más fácil hacerle pasar un mal rato a un personaje cualquiera que retorcerle el cogote a un pibe de verdad. Además, hacer justicia por propia mano no es ilegal, si lo escribís en un cuento. Como dice Álvaro Abós, “La literatura es el reino de la libertad”. Qué gran frase.

Con la familia no fue tan distinto. También los sometí a la disciplina cuartelera…. hasta donde me dejaron. Lo bueno de que tus hijos sean personas felices es que te acomodan los patitos en la fila.  Doy gracias por eso.

 Es lindo ver a toda la parentela junta. Vinieron primos que casi no conozco, algunos hasta se pusieron zapatos. Caminan callados, qué raro, lo voy a tomar como un gesto de gran consideración.

Los que no se cansan de hablar son mis amigos. En voz baja, tapándose la boca igual que los futbolistas. Van por el senderito gris. Todos juntos. Quienes están dispuestos a ungir a cualquier cachivache con aspiraciones de Leviatán; indignados por la resaca plebeya que llena la plaza. Y los otros, nostálgicos de la holgura que apenas disfrutaron; eternos guardianes de la fiesta en el balcón.  Cuantas veces debimos borrar publicaciones nacidas de la furia, o mensajitos concebidos durante una tormenta de cólera. Me gustaría celebrar con ellos la superación de la amargura. No le dimos el gusto a las redes impías. ¡Triunfamos chicos!  Brinden por mí en la próxima juntada.

Llegamos. Qué lástima. Lo lamento porque fue una linda experiencia transitar el camino entre el gran pórtico de la entrada y las puertas vidriadas de este salón; que se entienda que ya no albergo sensiblería alguna. Siempre me gustó el otoño, solo eso, y  el cielo está despejado y tan cerca. En un instante alguien activará la cinta transportadora y caerá el telón. Literalmente.

Se me ocurre que lo más paradójico es haber pasado tantas horas en el gimnasio en vez de quedarme en casa tomando mate y comiendo medialunas. Qué desperdicio. Miles de abdominales al pedo.

 

 

 


 [U1]

2 comentarios:

  1. Me dejó un poco de intriga el final. ¿Sigue viva la protagonista, que dejó las clases por escribir, o la fueron a despedir porque está muerta?
    Es significativo que algunos de los que ya no temblaban, que eran más desobedientes, la recordaban con cariño.

    Bien contado. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias por el comentario, como siempre. Saludos

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