Hoy más que nunca compruebo el carácter teatral de lo que llamamos vida. ¿O acaso no estoy asistiendo a una gran puesta en escena? Celebro el hecho de ser una espectadora privilegiada. Y de estar eximida de las emociones y los gestos. ¡Qué alivio! Ya no me pesa el miedo, ni siquiera el miedo al sufrimiento de los seres amados. Ahora sé que todas las religiones y creencias que tanto me han interesado tienen razón; el catolicismo, los pitagóricos, la kabbalah, los toltecas y el chamanismo. Hasta ahora la vienen pegando.
Sí, ya sé q
Con la
familia no fue tan distinto. También los sometí a la disciplina cuartelera…. hasta
donde me dejaron. Lo bueno de que tus hijos sean personas felices es que te acomodan
los patitos en la fila. Doy gracias por
eso.
Es lindo ver a toda la parentela junta. Vinieron
primos que casi no conozco, algunos hasta se pusieron zapatos. Caminan
callados, qué raro, lo voy a tomar como un gesto de gran consideración.
Los
que no se cansan de hablar son mis amigos. En voz baja, tapándose la boca igual
que los futbolistas. Van por el senderito gris. Todos juntos. Quienes están
dispuestos a ungir a cualquier cachivache con aspiraciones de Leviatán;
indignados por la resaca plebeya que llena la plaza. Y los otros, nostálgicos de
la holgura que apenas disfrutaron; eternos guardianes de la fiesta en el balcón.
Cuantas veces debimos borrar
publicaciones nacidas de la furia, o mensajitos concebidos durante una tormenta
de cólera. Me gustaría celebrar con ellos la superación de la amargura. No le
dimos el gusto a las redes impías. ¡Triunfamos chicos! Brinden por mí en la próxima juntada.
Llegamos.
Qué lástima. Lo lamento porque fue una linda experiencia transitar el camino
entre el gran pórtico de la entrada y las puertas vidriadas de este salón; que
se entienda
que ya no albergo sensiblería alguna. Siempre me gustó el otoño, solo eso, y el
cielo está despejado y tan cerca. En un instante alguien activará la cinta
transportadora y caerá el telón. Literalmente.
Se me
ocurre que lo más paradójico es haber pasado tantas horas en el gimnasio en vez
de quedarme en casa tomando mate y comiendo medialunas. Qué desperdicio. Miles
de abdominales al pedo.
Me dejó un poco de intriga el final. ¿Sigue viva la protagonista, que dejó las clases por escribir, o la fueron a despedir porque está muerta?
ResponderEliminarEs significativo que algunos de los que ya no temblaban, que eran más desobedientes, la recordaban con cariño.
Bien contado. Un abrazo.
Muchas gracias por el comentario, como siempre. Saludos
ResponderEliminar